Aquí pues va esta propuesta para los poetas verdaderos,Absténganse diletantes y poetastros,Que este dolor escrito precisa sangre escrita que la escuche,.........................
PARA aquellos ardientes en la tinta
Esta botella al mar de las pantallas
Eléctricas arrojo en la batalla
Sin pausa de encontrar huella distinta.
Diga esa pluma aquí sobre lo sido,
Lo que es, lo que será , y lo permanente,
¿Con qué palabra dice lo que siente,
Qué verso puede conjurar Olvido?
Sin Dios ni un Yo extremado en lo divino,
Describa el devenir incontrastado
De cuanto hacia el estar acá ha llegado,
Perdiendo cada brizna del destino,
Que no es más que un hacer en lo inseguro
Tejido de no estando en lo futuro.
GUEDEL MORVEN
viernes, 11 de julio de 2008
sábado, 28 de junio de 2008
TAMBIEN
Laberinto (DXXIV)
Un nudo de pasillos desatado
cuyos extremos se unen en un punto
ignoto, alegoriza en su conjunto
múltiple la salida de los dados
que es imposible. Sin haber(se) entrado
la buscada salida no aparece,
al paso repetido sólo crece
el extravío. Está señalizado
su innumerable mundo de recodos
con lo que el ojo miente a la perdida
mente, que en vano busca diferencias.
El tiempo torna centrífugo al modo
de transitar esas rutas torcidas,
cuando el centro es letal a la conciencia.
(29 de Mayo – 2000)
Decirsiéndose (CCCXXXII)
Vuelvo a escribir mis versos de memoria.
En el papel parezco seguir siendo,
y la poesía que voy releyendo
convierto en estribillos de mi historia.
Mi ser descartesiano, en la lectura
de mi letra en voz alta va existiendo;
yo soy cuando me puedo estar diciendo,
vivo si mi palabra es escritura.
Por eso en mi poema aún no nacido
estoy sin ser, sufriendo como vivo,
queriéndome decir el alma fuera.
Al escribirme soy menos olvido.
Agoto algo de mí cuando me escribo,
tal vez al dejar de decirme, muera
(2 de Agosto – 1999)
Escribir (D)
La mente se sostiene en los hablados
peldaños, y la voz en la escritura
edifica entre el ojo y las figuras
los firmes laberintos que ha pensado.
Debe quedar escrito lo soñado
para atrapar el sueño de otros ojos,
que desconocerán que hubo cerrojos
abiertos a lo que han imaginado.
No hay en el escribir una inocencia.
En el papel rasgado, una hendidura
conduce entre lo real y la apariencia
por un atajo de almas que captura,
a sojuzgar con signos la cadencia
que pasa de ser música a lectura.
(7 de Enero – 2000)
Elevación (DXXI)
Liviano andar sobre los ignorados
pies de los que tampoco sabe el suelo,
sentida el alma como el libre vuelo
de los ojos que en lo alto se han quedado.
Bogavante del aire. Ensimismados
engranajes de un mismo pensamiento
clavan endrinos dientes en el viento
que de una obscura nube se ha soltado.
Apréndese a decir lo aún no sabido,
y la palabra sabe lo que ignora
la mente. Hay un lugar. Ya se ha llegado.
Tiene eso familiar de lo perdido
que no se tuvo nunca. Redentora
sensación abre el pecho desatado.
(11 de Mayo – 2000)
(sin título – DCCCX)
Esto que ahora la palabra tiene
en su río de palabras sucesivas,
afluente de las aguas que lo esquivan,
en la página en blanco se mantiene.
Deseoso de decir, de decir nada
empuja por los ciegos corredores.
El eco no me salva. Sucesores
mis signos son de voces olvidadas.
En el silencio crece la escritura,
abalorios de una cuenta infinita.
Leído no seré. Lo que repitan
los que hoy han sido ayeres no perdura
más que en deseo de ser lo que no ha sido
en las semipalabras que he perdido.
(sin fecha)
(sin título – DCCCXLII)
Esto que el algo indica entre los cauces
que propios no le son corre en un río
bebido por innúmeros desvíos
hacia la voz inmóvil que los pause.
Se determina un poco y se aparece
mudando vaguedad por lo preciso,
pierde el allá en el cerca lo indiviso
astillando el acá donde acontece.
Su estar es menos, siendo definido,
aunque le otorgue el límite presencia.
Está en la gota el mar no traducido.
La nave de la letra en la cadencia
deja al hundirse heridas que han querido
de nuevo en lo no estando su existencia.
(4 de Mayo – 2006)
GUILLERMO MATTHEWS
Un nudo de pasillos desatado
cuyos extremos se unen en un punto
ignoto, alegoriza en su conjunto
múltiple la salida de los dados
que es imposible. Sin haber(se) entrado
la buscada salida no aparece,
al paso repetido sólo crece
el extravío. Está señalizado
su innumerable mundo de recodos
con lo que el ojo miente a la perdida
mente, que en vano busca diferencias.
El tiempo torna centrífugo al modo
de transitar esas rutas torcidas,
cuando el centro es letal a la conciencia.
(29 de Mayo – 2000)
Decirsiéndose (CCCXXXII)
Vuelvo a escribir mis versos de memoria.
En el papel parezco seguir siendo,
y la poesía que voy releyendo
convierto en estribillos de mi historia.
Mi ser descartesiano, en la lectura
de mi letra en voz alta va existiendo;
yo soy cuando me puedo estar diciendo,
vivo si mi palabra es escritura.
Por eso en mi poema aún no nacido
estoy sin ser, sufriendo como vivo,
queriéndome decir el alma fuera.
Al escribirme soy menos olvido.
Agoto algo de mí cuando me escribo,
tal vez al dejar de decirme, muera
(2 de Agosto – 1999)
Escribir (D)
La mente se sostiene en los hablados
peldaños, y la voz en la escritura
edifica entre el ojo y las figuras
los firmes laberintos que ha pensado.
Debe quedar escrito lo soñado
para atrapar el sueño de otros ojos,
que desconocerán que hubo cerrojos
abiertos a lo que han imaginado.
No hay en el escribir una inocencia.
En el papel rasgado, una hendidura
conduce entre lo real y la apariencia
por un atajo de almas que captura,
a sojuzgar con signos la cadencia
que pasa de ser música a lectura.
(7 de Enero – 2000)
Elevación (DXXI)
Liviano andar sobre los ignorados
pies de los que tampoco sabe el suelo,
sentida el alma como el libre vuelo
de los ojos que en lo alto se han quedado.
Bogavante del aire. Ensimismados
engranajes de un mismo pensamiento
clavan endrinos dientes en el viento
que de una obscura nube se ha soltado.
Apréndese a decir lo aún no sabido,
y la palabra sabe lo que ignora
la mente. Hay un lugar. Ya se ha llegado.
Tiene eso familiar de lo perdido
que no se tuvo nunca. Redentora
sensación abre el pecho desatado.
(11 de Mayo – 2000)
(sin título – DCCCX)
Esto que ahora la palabra tiene
en su río de palabras sucesivas,
afluente de las aguas que lo esquivan,
en la página en blanco se mantiene.
Deseoso de decir, de decir nada
empuja por los ciegos corredores.
El eco no me salva. Sucesores
mis signos son de voces olvidadas.
En el silencio crece la escritura,
abalorios de una cuenta infinita.
Leído no seré. Lo que repitan
los que hoy han sido ayeres no perdura
más que en deseo de ser lo que no ha sido
en las semipalabras que he perdido.
(sin fecha)
(sin título – DCCCXLII)
Esto que el algo indica entre los cauces
que propios no le son corre en un río
bebido por innúmeros desvíos
hacia la voz inmóvil que los pause.
Se determina un poco y se aparece
mudando vaguedad por lo preciso,
pierde el allá en el cerca lo indiviso
astillando el acá donde acontece.
Su estar es menos, siendo definido,
aunque le otorgue el límite presencia.
Está en la gota el mar no traducido.
La nave de la letra en la cadencia
deja al hundirse heridas que han querido
de nuevo en lo no estando su existencia.
(4 de Mayo – 2006)
GUILLERMO MATTHEWS
sábado, 31 de mayo de 2008
ENDECASILEBEANDO
DCCCXXXIII
E S P E J O S
ESTÁ en el mudo espejo lo copiado,
Idéntico, insensible, paralelo,
Sobre el sábado llueve como un velo,
Casual sobre mi cara me he mirado.
Allí, las otras cosas detenidas
(Las mismas que mi piel aquí retiene)
Miran por la ventana que mantiene
Enmarcada aquel agua endurecida.
Cuando muera la luz no habrá cesado
De repetir lo que hay del otro lado,
Aunque no hable a los ojos en las sombras.
De los dos mundos ¿Cuál al otro imita?,
¿Para ambos la secuencia es infinita?
¿Otro eco es esta voz cuando los nombra?
GUILLERMO MATTHEWS
DCLXIII
I L U S I Ó N
TAL vez uno de los cinco sentidos
Ya estuvo allí. No hay más que cinco atajos,
O es una aparición. Alguien la trajo,
Y es tan ajena como mis latidos.
Dice que no es. Tampoco eso le creo.
Se hace presente y vuelve al resto ausencia,
Fenomenologiza la apariencia
Con su antifaz de cierto en lo que veo.
Renguera de lo real con paso firme
Poniendo otro escenario en el sendero,
Para creer que allí todo se alcanza
En el siguiente paso. Repetirme
Irreal es lo que en ella es verdadero,
Y un no existir saltando a la esperanza.
GUILLERMO MATTHEWS
CLXXX
BIBLIOTECAS
DUERMEN emparedadas las escritas
Voces en mortajas encuadernadas,
Porque ayer no bastó hablar, y grabadas
Quisieron dejarnos su voz. La cita
Entre pupila y letra se repite
Sin fin, al parecer hasta encontrarse
El ojo y la palabra que han de hablarse
En un atajo del tiempo. Permiten
Los laberintos de los anaqueles
Seguir creándonos entre sus hojas.
En el pliegue de una hilera de tomos,
Quizá un volumen guarde en sus papeles
Un párrafo que la lectura escoja
Al pasar, con el vocablo que somos.
GUILLERMO MATTHEWS
E S P E J O S
ESTÁ en el mudo espejo lo copiado,
Idéntico, insensible, paralelo,
Sobre el sábado llueve como un velo,
Casual sobre mi cara me he mirado.
Allí, las otras cosas detenidas
(Las mismas que mi piel aquí retiene)
Miran por la ventana que mantiene
Enmarcada aquel agua endurecida.
Cuando muera la luz no habrá cesado
De repetir lo que hay del otro lado,
Aunque no hable a los ojos en las sombras.
De los dos mundos ¿Cuál al otro imita?,
¿Para ambos la secuencia es infinita?
¿Otro eco es esta voz cuando los nombra?
GUILLERMO MATTHEWS
DCLXIII
I L U S I Ó N
TAL vez uno de los cinco sentidos
Ya estuvo allí. No hay más que cinco atajos,
O es una aparición. Alguien la trajo,
Y es tan ajena como mis latidos.
Dice que no es. Tampoco eso le creo.
Se hace presente y vuelve al resto ausencia,
Fenomenologiza la apariencia
Con su antifaz de cierto en lo que veo.
Renguera de lo real con paso firme
Poniendo otro escenario en el sendero,
Para creer que allí todo se alcanza
En el siguiente paso. Repetirme
Irreal es lo que en ella es verdadero,
Y un no existir saltando a la esperanza.
GUILLERMO MATTHEWS
CLXXX
BIBLIOTECAS
DUERMEN emparedadas las escritas
Voces en mortajas encuadernadas,
Porque ayer no bastó hablar, y grabadas
Quisieron dejarnos su voz. La cita
Entre pupila y letra se repite
Sin fin, al parecer hasta encontrarse
El ojo y la palabra que han de hablarse
En un atajo del tiempo. Permiten
Los laberintos de los anaqueles
Seguir creándonos entre sus hojas.
En el pliegue de una hilera de tomos,
Quizá un volumen guarde en sus papeles
Un párrafo que la lectura escoja
Al pasar, con el vocablo que somos.
GUILLERMO MATTHEWS
Suscribirse a:
Entradas (Atom)