LA taza de café tiene un espejo
De ardientes vidrios negros, donde miran
Los libros que siguen siendo mentira
Desde sus anaqueles desparejos.
Sueña bajo mi pluma ese futuro
Tomo que no será jamás, la hoja
Suelta que cumple con la paradoja
Del mármol, reteniendo humos seguros.
Oprime contra mi pecho su quilla
El náufrago escritorio de papeles,
Y marca en la laguna diminuta
Los convulsos latidos que repele
El pocillo también. Sólo hay astillas
De versos que jamás hallan su ruta.
miércoles, 6 de junio de 2007
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1 comentario:
Qué bonito Poeta, este poema es muy tierno. Me encanta la sonoridad y las imágenes que lograste iluminar en mi mente sobre el trabajo del escritor.
Un abrazo,
Sonia
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